lunes, 14 de septiembre de 2009

La verdad de Lucía




La verdad de Lucía

En los suburbios de Rancagua vivían los padres de Lucía, los cuales a corta edad la entregaron a una familia de condiciones más acomodadas, para que la criaran, porque ellos no tenían los recursos necesarios para darle una buena vida y educación.
Ella ahora vive en la ciudad de Concepción con sus nuevos padres, Pedro e Isabel, aún sin saber su pasado.
En una tarde muy soleada decide ir al parque con supuesta hermana Ernestina ,la cual siempre la rechazaba con insultos por ser la regalona de sus padres.
Ese día Lucía nunca imaginó que su hermana Ernestina le iba a revelar una verdad que le cambiaría la vida. Ernestina sabiendo el secreto de su hermana decide contarle todo acerca de su verdadero origen para que esta se fuera de sus vidas.
Lucía al escucharla sale corriendo, y al cruzar la calle, no se da cuenta que viene un auto, el cual la atropella. Lucía inconsciente llega al Hospital Regional de Concepción en donde fue atendida rápidamente por un atractivo joven médico, que al ver a Lucía se enamoró de ella.
Al llegar los padres de Lucía, comprendieron lo que había ocurrido, dándole una explicación a ella. Lucía habla con su hermana y la perdona por decirle en forma cruel la verdad de su vida.
Durante una semana estuvo internada en el hospital, atendida por su nuevo amigo, Héctor, el cual le llamaba mucho la atención. Al paso del tiempo Lucía se pone a pololear con el joven médico llevando una relación muy buena. Ernestina comprendió el cariño que le tienen sus padres debido a todo su sufrimiento.
Lucía un día decide conocer a sus padres biológicos y darles las gracias por su nueva familia .
Tras los años Lucía, ya felizmente casada con Héctor, mantiene siempre contacto con sus padres biológicos y adoptivos y a cada persona que le pregunta orgullosa y feliz les cuenta su historia.


Autora: Karina Campos

Ambición




Borrasca de viento la mañana fría, traía el otoño en un comienzo, yo pensé en el frío que atormenta los vacilantes cuerpos de los viejos. Pero esa mañana no era mía, era sólo el presagio de un invierno que vendría.

Y pasó el otoño en suave brisa, llevándose las hojas del cerezo, y arrancó la hierba la sequía.

Las vertientes que en la tierra se escondían, las secaron las raíces de los pinos y eucaliptus traídos desde lejos.

¿Dónde están los bosques de mi tierra, el laurel, el boldo, el ulmo que las abejas perseguían?

¿Dónde quedó la selva de mi tierra hoy en mezquinos pinares y eucaliptus convertida?

¡Más pudo la ambición que la cordura,
cómo gimen las torcaces por sus lingues,
cómo añoran las perdices la espesura...!

Hoy vagan en inhóspitos lugares, y en las noches de luna cuando la escarcha arrecia los he visto pasar, hambrientos sus cachorros caminando tras sus pasos, buscando algún refugio que quizás no han de hallar.

Los últimos laureles hoy yacen mutilados como un desecho humano que a nadie le interesa.

Si tu noble madera pudiera echar raíces y alzarse sobre la madre tierra... ¡Pero nadie te entiende!

Las hermosas copihueras que un día las reinas fueron del tupido matorral hoy visten su amargo llanto en el horrible quebranto de ver cerca su final, y aquellas que ostentaban blancos pañuelos al viento se fueron con paso lento, al bosque no volverán, porque ese bosque nativo que ayer lucía orgulloso lo ha arrasado la ambición, y en su lugar sólo existen los pinares y eucaliptus traídos desde otras tierras, hoy trabajo de motosierras, y mañana ya no habrá.

Mas el viento bendito va sembrando semillas donde la ambición humana no ha podido alcanzar:

Señor: yo te suplico por este suelo patrio,
por esta tierra indómita que un día nos legaste.
Por mis hermanos robles y toda la natura de este bello jardín,
que en dulces versos canta nuestro himno nacional.


Vicky Sáez, 1ºA Septiembre de 2009.


Presentación



Este Blog quiere ser anticipo y preparación de una revista literaria ambiciosa y humilde a un tiempo. Ambiciosa, porque quiere abrir sus páginas a todos los vientos; humilde, porque sabe que, como brotes de la tierra, las verdes hojas son frágiles. Y porque las nuevas voces que brotan necesitan silencio y cuido. Cuidémoslas. Escuchémoslas.


El Taller Literario Sayenco, en mapudungun "Niña del agua", fue fundado en el Liceo Gabriela Mistral de Temuco en 1994, gracias a la iniciativa conjunta de la recordada profesora Eugenia Caamaño, que ya partió en su último viaje (temprano levantó la muerte el vuelo), y de algunas de sus alumnas.

Desde entonces, animosas poetas y narradoras noveles han surcado la nieve de las hojas con caminos de tinta, bajo la mirada brillante de Lucila Godoy Alcayaga, que fuera directora del Liceo en los años 20 del pasado siglo y que conocemos hoy por el seudónimo con que ganó su primer certamen literario: Gabriela Mistral, que de tierna escritora novel de breves años, un día de 1945, llegó a escritora Nobel.