miércoles, 27 de octubre de 2010

REPONERSE


Escuchamos tantas voces
y vemos tantas caras con ojos cerrados
y estamos buscando lo ideal del sentimiento apocalíptico
y de un color inexorablemente percudido
de sombras ajenas

no queremos escuchar el grito de nuestra Ñuke Mapu
y la ignoramos como quien ignora un pedazo de pan
en la panera del olvido vacío y sin recuerdos...

no queremos respirar el aire del centinela
que busca el horizonte del pez inerte sin calor

El árbol antiguo nos mira desde la esquina
de la ola del oloroso verde calido
y con sus manos silenciosas
toca las curvas de los ríos llorones de palidez

creemos que los pájaros son de nosotros
y olvidamos que son de nuestras hermanas nubes
de nuestra hermosa abuela luna

y los peregrinos me siguen con sus falsas cruces
y yo simple como siempre los ignoro en mis parpadeos...
Me pongo melancólica y dejo pasar
las rocas del abismo
con un toque de lujuria inesperada dentro de mi cuerpo
y es mi piuke en el que se encarna
en la ala de un gorrión triste y sigiloso
al que lo han llamado para que guié el vuelo
del cuerpo fascinante del dolor fácil...

Ahora me pregunto dónde quedó lo que
entregue en bandejas de greda
con flores olorosas de candidez inmediata
y bien lo dice mi abuela debajo de su sauce
"las manos ya no son manos
y espera que vuelvan a darte el calor fresco del ko mañoso...


Katari Naira Ayulem


Pintura: Arturo Huichalaf, Pachamama

lunes, 18 de octubre de 2010

El Taller Sayenco, en la UCT


Taller literario Sayenco,
fuegos de palabras que se propagan.


Joan Miró dijo en su día que el arte está en decadencia desde la cueva de Altamira, es decir, desde los murales de las cavernas. Su pintura trataba de recuperar la creatividad de la infancia de la humanidad, el espíritu sin límites del niño. La escuela –recordemos el dibujo que abre El principito de Antoine de Saint-Exupery- pareciera en ocasiones tener como misión poner puertas al campo, y hacer de los niños pequeños adultos razonables y, por tanto, sensatos, formales y prácticos.

Pero no nos engañemos. Jugar y soñar pueden ser más útiles de lo que a simple vista pudiera parecer. Los cachorros de león se preparan en sus juegos para la caza mayor. Los sueños no sólo sueños son. Y el manejo del lenguaje, que es el manejo del pensamiento, no hay mejor manera de descubrirlo que jugando. ¿Se atreverá alguien a decir que pensar no sirve para nada?

Por eso, con Víctor Moreno, pensamos que la escuela (el liceo) debe alentar y no apagar la imaginación, y que la literatura no debe ser en ningún caso –según la expresión acuñada por Jean Paul Sartre- un paseo por el cementerio. Por eso un taller literario debe hacer honor a su nombre y debe producir. Y para promover la escritura debe ser entretenido, atractivo. Y a fe que la escritura puede serlo, no sólo como actividad solitaria, sino ante todo como recreo colectivo. Desde obras clásicas como la Gramática de la fantasía de Giovanni Papini, hasta sitios de Internet como www.DificildeJuglar.com nos aportan ideas y fórmulas para hacer de la escritura una actividad lúdica.

Desde siempre, una manera de alentar a los escritores principiantes es dar a conocer sus escritos, y si es posible, hacerlos compartir espacios con autores consagrados. Mediante la revista virtual Sayenco, heredera de la que fundara allá por 1994 la recordada profesora María Eugenia Caamaño Lillo, escritores de distintos países han cohabitado con las verdes letras de las jóvenes estudiantes del Taller, y sus lecturas se cuentan por millares en cada nuevo número. El reconocimiento de los concursos locales también ha resultado un buen acicate. Y para los más reacios, la música suele abrir puertas (gracias a los cantautores) que pueden guiar la curiosidad del oyente a descubrir a los poetas.

Sin pretender establecer conclusiones definitivas de una actividad en progreso, el taller Sayenco es una propuesta concreta para estimular la expresión y comprensión literaria desde un enfoque lúdico, aunque no por eso menos serio.