miércoles, 10 de noviembre de 2010

Poemas de Selva Saavedra

Mapuche

El canelo florido
es como el alma mapuche.
El notro,
su espada de fuego,
sangre derramada.
Generoso como el blanco
de tus ulmos,
trabajas como abeja- obrera
sin salario.
Áspero como boldo,
animador de la gesta
de tu pueblo,
que siempre te acompañen
las flores gloriosas del copihue.
Por ti- más que nadie-
pese a pacificaciones,
discriminaciones
y reducciones
palpita el corazón de La Frontera.


Brindis amargo

Hay que escanciar el vino de la angustia
exprimido de vides de distancia
hay que aspirar hasta la rosa mustia
la sutil agonía de fragancias.
Algo muere en nosotros si besamos,
algo besa en nosotros si morimos
con quedarnos en algo, ya nos vamos
y de algo, sin querer, nos despedimos.
Así pasa la vida, mano alzada
que nos saluda desde el contrafuerte
de ignorados destinos; llamarada
que nos abre el camino hacia la muerte.





En la rosa

Yo vi desdoblarse tu estatura
sobre una frágil rosa desmayada.
En leve aurora de color y aromo,
con tu sonrisa triste acariciaste
la palidez en que ella agonizaba.
En ese instante iluminó una estrella
la sutil armonía de mis sueños
y sentí que en la rosa me besabas.






No estás

No estás, cierto, no estas
pero yo aquí te siento.
Más que una sombra,
más que un recuerdo,
tu presente sutil
llena esta alcoba.
A veces suelen preguntar mis hijos
“madre, ¿por qué sonríes?,
¿por qué lloras?”.
Y yo callo…
es tan íntimo el coloquio
entre tú y yo, con lágrimas y besos,
que nadie debe sorprenderlo.
A solas, me miras y te miro
beso tus manos pálidas
beso tu rostro amado
y llego a convencerme
que es mentira tu ausencia,
que sigues a mi lado.

“Ñielol”

Tierra herida
me hablan mucho del progreso.
En su nombre tumban araucarias,
árbol sagrado, pehuén,
pino de la vida,
insignia de mi pueblo andino.
Raulíes ya son hoy
voces extinguidas
en nuestro cementerio forestal.
Selva austral no quiero
velarte como a un amado
diccionario de palabras muertas.
¡Resiste Ñielol¡
En tu generosa falda verde
suavemente poso mis ojos,
cada mañana.
Eres nuestra dignidad,
Ñielol,
aún salvado de la motosierra.

“Ruego”

Raíz oscura,
nudo de hiel,
no amarres mis rencores.
Extraño,
inalcanzable Dios
que busco y no encuentro,
revélate,
permíteme que interrogue
tu presencia
y hazme capaz de perdonar,
sin condiciones.





“Raíz y sueño”

De rodillas en la tierra
que te cubre,
sé que desde su entraña
sube hasta mí
tu savia clara.
Quiero ser parte, otra vez,
de tu raíz,
de tu sueño y mi sueño
que no aventó la distancia.
Sé pronto, mi bálsamo…





“Éxtasis”


“Mira, mi amor, qué clara está la noche
clara como perfil de nuestros sueños…
Oye, mi amor, las voces del silencio,
y no me digas nada…”
Y yo miré y oí
y mi alma junto a ti,
calló extasiada.





“Callar, llorar”

Hay que callar.
La frase inútil
cae como guijarro.
Hay que callar, callar.
El destino no niega
el consuelo divino de llorar.
Tengo que ocultar
este secreto anhelo
y dar mi queja al viento.
Qué alma puede entender
Este dolor amor.




“Gaviota”

En la tarde serena
parecía una rosa deshojada
sobre el oro huidizo de la plaza.
Algo tronchó sus alas,
algo rompió su vuelo.
Novia eterna del mar,
de una estrella lejana,
te mecías en la espuma
rizada de las olas
o alzada hasta el cielo,
ebria de una quimera.
Ahora el mar, el cielo
y la lejana estrella
entonan misereres
de luz, de voces quedas
para la novia eterna.


“Crepúsculo azul”



Un crepúsculo azul filtran mis ojos
cuando escancio de tus vino rojos.
En tu cabello negro hundo mis manos
si mi piel mide tus excesos
y yo te estrujo el alma con mis besos.



“Víctor Jara”

Sé que te acribillaron a balazos
pero están tus canciones libertarias
celestes alboradas sin ocasos;
amapolas de fuego, pasionarias
que abren acusadoras sus corolas
para que el Universo lea en ellas
una lección de fe. No estás a solas
engastado tu ritmo en las estrellas,
pulsas una guitarra de infinitos
que corea la voz de tus hermanos;
tierno clamor hoy transformado en grito
de protesta viril. No han sido vanos
los altos ideales que sembraste
en nuestra Patria. Y fue tu sangre ardiente
el postrer holocausto que entregaste
mientras lo eterno te cinó la frente.


“Rosa de otoño”


Palidez de aroma y se deshojan en esta hora de ausencias y del olvido.
Mujeres de amor o muere de fragancia,
Rosa gentil? En tu agonía escancia
Mi alma, el recuerdo de un amor perdido
En esta hora de ausencias y de olvido.
Mientras cae la tarde,
Entre tus sombras,
Voces de seda en mi jardín te nombran.







“Alguien llama”


Alguien mira de lejos
Yo lo observo
Con las pupilas torvas del despego
Definitivo
Alguien llama de lejos
Yo respondo
Con la voz sin palabras
De mis huesos.







“Mis arenas”


Si vas al mar no llores.
Tu sal y la mía
No podrán macerar
tanta distancia.
Qué estatura infinita
este dolor me ha dado.
Si yo alcanzo mi frente
a los labios de Dios,
en la amarga marea
dejaré mis arenas,
mis soledades,
la fibra que tocaste.

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