lunes, 18 de octubre de 2010

El Taller Sayenco, en la UCT


Taller literario Sayenco,
fuegos de palabras que se propagan.


Joan Miró dijo en su día que el arte está en decadencia desde la cueva de Altamira, es decir, desde los murales de las cavernas. Su pintura trataba de recuperar la creatividad de la infancia de la humanidad, el espíritu sin límites del niño. La escuela –recordemos el dibujo que abre El principito de Antoine de Saint-Exupery- pareciera en ocasiones tener como misión poner puertas al campo, y hacer de los niños pequeños adultos razonables y, por tanto, sensatos, formales y prácticos.

Pero no nos engañemos. Jugar y soñar pueden ser más útiles de lo que a simple vista pudiera parecer. Los cachorros de león se preparan en sus juegos para la caza mayor. Los sueños no sólo sueños son. Y el manejo del lenguaje, que es el manejo del pensamiento, no hay mejor manera de descubrirlo que jugando. ¿Se atreverá alguien a decir que pensar no sirve para nada?

Por eso, con Víctor Moreno, pensamos que la escuela (el liceo) debe alentar y no apagar la imaginación, y que la literatura no debe ser en ningún caso –según la expresión acuñada por Jean Paul Sartre- un paseo por el cementerio. Por eso un taller literario debe hacer honor a su nombre y debe producir. Y para promover la escritura debe ser entretenido, atractivo. Y a fe que la escritura puede serlo, no sólo como actividad solitaria, sino ante todo como recreo colectivo. Desde obras clásicas como la Gramática de la fantasía de Giovanni Papini, hasta sitios de Internet como www.DificildeJuglar.com nos aportan ideas y fórmulas para hacer de la escritura una actividad lúdica.

Desde siempre, una manera de alentar a los escritores principiantes es dar a conocer sus escritos, y si es posible, hacerlos compartir espacios con autores consagrados. Mediante la revista virtual Sayenco, heredera de la que fundara allá por 1994 la recordada profesora María Eugenia Caamaño Lillo, escritores de distintos países han cohabitado con las verdes letras de las jóvenes estudiantes del Taller, y sus lecturas se cuentan por millares en cada nuevo número. El reconocimiento de los concursos locales también ha resultado un buen acicate. Y para los más reacios, la música suele abrir puertas (gracias a los cantautores) que pueden guiar la curiosidad del oyente a descubrir a los poetas.

Sin pretender establecer conclusiones definitivas de una actividad en progreso, el taller Sayenco es una propuesta concreta para estimular la expresión y comprensión literaria desde un enfoque lúdico, aunque no por eso menos serio.





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