TROZO
El mar ya no es una raya
verduzca en el horizonte.
Es una franja oblicua
que cae del cielo
fría y movediza,
un pedazo de otras aguas grandes.
En el cielo, errabunda, no es desorden.
Se desmadeja. Tira de más de un hilo,
hilachas rosadas.
La que está cerca de la orilla es vieja
lleva tiempo, de maleza, yodo, herrumbre.
La de atrás es blanca, protegida.
Entre una y otra, un túnel
que huele a orín y a excrementos,
un perro guardián que languidece.
PEDAZO
Describe la tormenta como animal,
acecha, amenaza, luego pasa,
amordazada, anudada, prieta.
Hay un montón de carbón
que tapa la entrada.
Pone cuidado en lavarse, esquiva ese olor
a carne pequeña, esa leve náusea.
La música no emociona, pero apacigua, sosiega.
La oigo muy lejos, se le va encogiendo la voz.
Ahí, entre el recuerdo de lo negro en la entrada
y los yerbajos, la herida sigue profunda,
la tierra mojada secándose, removida.
La niebla sofoca el ruido
llega fría a los pulmones.
Duele aún, aunque alivia.
El cerco abierto se adelgaza
roto, se bifurca.
CACHO
Piensa que necesita un desierto,
arremolinada, bajo un árbol sin hojas.
Los toca con suavidad
mueve el cuello como un caballo
que se acomoda el freno de la boca,
sin mirarlos, con la mejilla,
quiere morderlos, pasarlos por las encías.
Tal vez un llano donde el cielo caiga pesado; o tal vez sólo sean
las ganas de salir del enramado
de vías que acaban
en sumideros o cimas
de las que cae o se atasca
como en sueños forzados.
Tríptico inédito de Eli Tolaretxipi
Otra gran alegría. Eli Tolaretxipi no sólo colabora con la revista de nuevo, sino que lo hace con un Tríptico inédito.
miércoles, 12 de mayo de 2010
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